jueves, 30 de agosto de 2012

Zatoichi, el espadachín ciego (座頭市)

Pequeño homenaje al personaje de  Zatoichi y mas en concreto al actor que le dio vida a lo largo de 26 películas y una serie de TV, Shintaro Katsu, Grande Shintaro!
Antes de dejaros con una pequeña reseña sobre el personaje, deciros que esta miniatura pertenece a la referencia SA-039 de Kingsford Miniatures, en la que también se incluyen dos personajes legendarios del cine japonés; Yojimbo y Kozure Okami, o lo que es lo mismo, el lobo solitario y su cachorro. Estas miniaturas han sido esculpidas por EValerio, para quien no conozca a EValerio deciros que es un gran artista y conocedor del periodo Sengoku Jidai y que ha publicado montones de ilustraciones sobre heráldica samurai en los foros de Samurai archives.








Os dejo con esta reseña sobre el personaje obra de Christian Aguirre y Fernando Martín Peña...

Uno de los géneros por excelencia dentro de la cinematografía japonesa es el denominado "Chambara", o películas "de sable", que fueron furor desde los '50 y por lo menos hasta los '70. Esta particular tendencia es poco o nada conocida en el resto del mundo (a excepción de films de Akira Kurosawa como La fortaleza escondida, Los siete samurais o Yojimbo) por dos motivos fundamentales: en primer término sus raíces rigurosamente nacionales y folklóricas; en segundo término Japón siempre demostró una cierta aversión a mostrar su material al resto del mundo. Su mercado interno le basta y sobra para mantener su cine alejado del resto del planeta. Es bien sabido que conseguir los derechos de exhibición o publicación de sus películas, comics y series televisivas es una tarea ciclópea, que exige muchísima paciencia.

En los últimos años y gracias a las últimas tecnologías (los transfers digitales que permitieron restaurar películas semidestruídas, la TV cable, Internet) es posible acceder a films hasta el momento desconocidos y que sorprenden por sucapacidad técnica y narrativa pero también por su sorprendente diversidad, que excede largamente todo lo previsible. En ese territorio cultural recientemente descubierto destaca una serie de películas que arrasó Japón en los '60 y '70, superando en recaudación las legendarias películas de Godzilla: la saga de Zatoichi, el Espadachín Ciego.

El personaje es una creación del actor Shintaro Katsu en colaboración con el escritor Kan Shimozawa. En principio, Zatoichi es un yakuza, un masajista, un jugador, un trotamundos, un maestro de la esgrima que maneja su sable prácticamente en forma invisible: puede partir diez cuerpos en cuestión de segundos. El carisma de Katsu, un actor capaz de mezclar tragedia y comedia con una escalofriante naturalidad, está potenciado por una imparable capacidad coreográfica para las artes marciales. Ningún enfrentamiento es igual a otro en toda la saga de Zatoichi y son frecuentes los prolongados combates sin corte de cámara, que se apoyan exclusivamente en la destreza de sus intérpretes. La exquisita fotografía y el uso experto de la pantalla ancha (primero el Daei-Scope con una proporción de 2.35:1 y luego Tohoscope, de tamaño similar) subraya las características épicas de los resultados.

La acción de la serie se desarrolla en el Japón de 1860, las postrimerías de una época que clausuran cuatrocientos años de poder feudal. Eran tiempos en que los campesinos empezaban a rebelarse de las temibles castas y de sus asfixiantes impuestos. Generalmente los enfrentamientos de Ichi se realizan con jefes de clanes temibles que siempre encontraba en su vagabundeo y, por supuesto, benefician a algún débil que es necesario proteger.

Sus películas bien pueden enmarcarse dentro del fantástico. Gerard Lenné en su libro El Cine Fantástico y sus Mitologías asegura que las representaciones posibles pueden dividirse en dos grandes grupos: lo fantástico y lo maravilloso. Este último caso implica la aparición de elementos sobrenaturales que integran la realidad sin alterarla, que están en constante simbiosis con ésta pero cuyos espectaculares integrantes no quiebran el orden, sino que forman parte de él, como por ejemplo sucede en el tradicional cuento de Hadas. Son criaturas cuya existencia son aceptadas como parte de una "normalidad". El fantástico, en cambio, implica una realidad sobresaltada por un elemento desconocido, que irrumpe violentamente, y que altera su ritmo natural y todos los elementos que lo componen.

Zatoichi es en sí mismo uno de estos elementos fantásticos por varios motivos. Es un luchador con movimientos corporales y destrezas sobrehumanas, acrecentadas por su ceguera, que le ha permitido el desarrollo de poderes extrasensoriales, alejándose un poco de la especie humana. Su fealdad y sus ojos vacíos que se mueven salvajemente equivalen a una forma de monstruosidad. Es un freak (se parece sospechosamente a un par de personajes de la obra de Tod Browning), un error de la naturaleza que intenta ser borrado de la faz de la tierra por la maldad que impera en un Japón ultraviolento y sanguinario. En realidad es una reversión del monstruo tradicional: la justicia que esgrime lo exime de su condición. Una prueba de ello es la atracción que ejerce sobre las mujeres, cuyo nivel de feromona aumenta geométricamente cada vez que lo ven en acción.

El resultado es un personaje tan complejo como atractivo, de pasado incierto y futuro oscuro. Su presente se ve constantemente agobiado por un exacerbado reflejo de defensa propia que lo ha llevado a matar inocentes, y por la incapacidad de reprimir su espada ante el estallido de la injusticia.